Fue hace mucho... creo que casi un año desde la última vez que mi estabilidad emocional sufrió un tropiezo, no fue gran cosa, comparado con algunos años antes, cuando era un mocosillo pendejo (ahora soy un adultillo pendejo), pero en la gráfica de estabilidad emocional de mi vida, podemos ver que aquellos años todo estaba mal mal mal, y de hace tiempo para acá, tal vez 2 o 3 años, todo ha mejorado exponencialmente, como se podrán dar cuenta en el transcurso del blog, desde sus inicios hasta ahora.
Hay momentos en la vida, que pueden inyectarte una gran dosis de "anti-pendejismo", claridad emocional, apertura mental hacía lo que vale de verdad en la vida, y por supuesto, mejoramiento como persona... si tu quieres, claro está. Y me siento bastante afortunado, de, hasta la fecha, ya haber tenido varias inyecciones de esta índole. Y sabía que cada una iba a ser mejor que la anterior, pero nunca conté con que la que vivo en este momento, mejorara tanto con respecto a las demás. Si cada una de estas experiencias fue mejor que la anterior, y todas fueron excelentes, ¿que sigue de excelente?.
Dicha la introducción, quiero tratar de expresar con palabras escritas (aunque me parece baldío), el sentimiento de un aprendiz de SER HUMANO. Este sentimiento que tenemos al finalizar una etapa importante en la vida, tan importante y tan “no banal”, que me atrevo a decir que es insignificante si las cosas salieron mal o bien (para algunos sin capacidad de digerir algo grande, es más fácil aprender de lo que sale mal). Regreso con una sonrisa en la cara, teniendo la certeza de que esta es la etapa más clara, firme y concisa.
Hablando de cosas más sencillas, aprendí desde cocina lituana, hasta arte protestante de la post-guerra, desde mecánica de bicicletas hasta meteorología, lenguas, fotografía, historia, música… Conocí personas increíbles, de esas personas que te hacen reflexionar y analizar que la vida está llena de cosas que aprender.