martes, 28 de abril de 2015

Entre la Maestría y el Doctorado

Recién terminé mi Maestría, hace unos días mi asesor envió mi tesis a un par de especialistas que decidirán si soy digno de tener el título de Maestro, o si tengo que "echarle más ganas el próximo año". Terminar esa tesis ha sido un gran logro, es una de las cosas más difíciles que he hecho en mi vida, no solo por el hecho de hacer una tesis sino por todo lo que está alrededor. He tenido que trabajar mucho para poder pagar la vida en el DF, que de momento incluye una mensualidad de Maestría, nada barata.

También espero respuesta de dos universidades europeas sobre un posible doctorado. En Rotterdam, Holanda en la Universidad Erasmus de Rotterdam específicamente en el programa del Institute for Housing and Urban Development. Otra opción es LA Bauhaus, así con mayúsculas. Estoy más que ansioso por la respuesta de cualquiera, aunque evidentemente un título de Ph.D. en la Bauhaus sería un gran logro en mi vida; desde los primeros días en la escuela de Arquitectura (hace casi 10 años) los profesores hablaban de Walter Gropius y de la Bauhaus, en aquel entonces la mejor escuela de Diseño del mundo y probablemente hoy en día sea el mismo caso.

La combinación de los factores: esperando carta de aceptación, tesis, pagar maestría, trabajo, pagar renta, pagar comida, pagar título y lejos de la familia, me han creado unas increíbles ansias y nervios que me han llevado a pesar 10 kg extras -or so-. Las últimas semanas, saliendo de trabajar me ha sido imposible evitar pasar por una bolsa de ruffles, una barra chocolate grande, una cerveza, una botella de vino, una botella de whisky o -disculpen mi exhibicionismo de mal gusto- todas las anteriores. Parece que estoy exagerando, pero no, algunas de mis tardes escribiendo párrafos y más párrafos para mi tesis incluyeron "una chelita llegando al depa pa'l desestrés porque el día estuvo pesado", "un chocolatito porque no comí postre en la comida", "una pizza porque no tengo tiempo de prepararme algo de cenar", y muchas muchas más. 

Cuando inicié mi mi largo camino hacía el final de dos años de estudios para obtener el grado de Maestro, veía muy lejano algo que ahora no me emociona tanto. Terminar mi maestría pasó a segundo plano gracias a mi capricho de estudiar un Doctorado sin haber terminado al 100% la Maestría. Ahora no duermo, pienso en como será mi vida una vez que me vaya del país: ¿qué comeré? ¿qué personas conoceré? ¿qué música escucharé? ¿qué paradigmas cambiarán? ¿cuál será mi rutina? ¿a dónde viajaré? ¿que pasará cuando termine? Mi plan de vida, desde que tengo memoria, llega hasta el Doctorado, así que pronostico una severa crisis existencial una vez terminando, pero ya me preocuparé en su momento.

Las personas que dejaré atrás en este viaje es algo que me entristece y algo en lo que pienso cada que pienso en irme: son pensamientos opuestos y paralelos. Me da felicidad pensar que me voy pero es -al mismo nivel- una tristeza enrome dejar a esta gente. Mis hermanos y sobrinos son 4 personas que me hacen vibrar y me gusta pensar que esto que hago lo hago por ellos. 

Como mi intenso cambio de visión cuando me mudé de Manzanillo al D.F. espero algo similar y como lo mencioné en aquel post de despedida, no es tanto el cambio de ciudad (aunque en este caso si será algo drástico) sino el cambio de persona que pasa al cruzar las fronteras políticas. Siento como si cambiara de paradigmas pero sin transición, de golpe. Así mi vida en la gran ciudad mexicana empieza a terminar; aunque no he recibido el "si" de ninguna universidad, mi presentimiento dice "ya te vas, así que toma tus precauciones", esa voz en el fondo de mi cabeza, atrás de mi cerebro me detiene cuando trato de hacer planes a futuro que implican estar en México. Un poco inconscientemente me inclino hacía la preparación de mi viaje porque del alguna manera es algo que he planeado desde los 15 o 16 años. Mi cabeza está en Europa, ya estoy pensando en qué voy a necesitar, que no voy a necesitar, qué países quiero visitar, qué me cabe en la maleta, que es necesario y qué no lo es. 

La opción B, que ninguno de nosotros quiere, es que ninguna Universidad me acepte y tenga que pasar una crisis existencial adelantada, supongo que me estaré preguntando ¿qué hice mal? pero obviamente no me voy a preocupar por eso ahora. No creo en la ley de la atracción, así que es indistinto si pienso en irme día y noche, aunque así es.

Amigos, los veo en Europa.