domingo, 20 de octubre de 2013

La conductora

Dentro de mi aventura en la UIA, he conocido gente. Una parte -según mis valores inculcados por la sociedad en la que crecí- parece ser "buena onda" y otra parte parece ser "mala onda", ya saben el contexto, la Universidad IberoAmericana es una de las más caras del país (y al parecer también una de las más importantes y famosas). Conocí a un señor judío que al escuchar mi odisea diaria atravesando la ciudad ofreció darme un aventón siempre que le fuera posible. Todo salió de la clásica platica "-Hola, Leo -Sabi, mucho gusto... ¿arquitecto? -Si ¿tu? -También, de aquí de la Ibero -Ah, que bien -Si, vengo corriendo porque vengo desde observatorio -Ah, yo también vengo de observatorio... ". Ah... imagínense el resto porque honestamente ya se me olvidó como fue.

Mi punto es (disculpen el anterior párrafo introductorio sin sentido) que la semana pasada estaba esperando a Sabi en el mismo lugar donde siempre lo espero, en el cruce de Tlalpan con Periférico. No se bien las razones exactas, pero el tráfico a la hora que lo espero en este punto es muy intenso. Yo como peatón, me pongo mis audífonos, pongo spotify en shuffle y disfruto viendo los corajes que hacen los conductores desde la banqueta. Hubo un punto ese día en el que el tránsito vehicular estaba avanzando más lentamente de lo normal, yo los veia a los ojos, a todos los conductores y sonreía, ellos no. Detrás de un autobús de carga, no recuerdo si era coca-cola, pepsi o de alguna otra droga legal, venía una muchacha/señora en un auto bastante modesto, relativamente nuevo. Dejó de avanzar por unos 6 o 7 segundos y comenzó a tocar la bocina (claxon) del auto como desquiciada. Lo hacía constantemente y parecía disfrutarlo. Traía la ventana abajo y estaba a 8 o 10 metros de mi. Me hizo enojar mucho que siguiera haciendo ese ruido infernal, supongo que sentía que tenía una pistola supersónica que desintegraría el vehículo que le impedía pasar (y todos los de adelante de ella). Entonces le grité "¡¡OYE!!". Ella volteó y yo con señas y gritos y no se que otros recursos, le dije "no porque le pites más va a avanzar". Se rió, no fue una simple sonrisa, comenzó a reir mucho, quitó su mano del volante, la puso en la puerta y luego recargó su cabeza en su mano izquierda. Pude ver desde lejos un suspiro de resignación.

domingo, 13 de octubre de 2013

ahí va la cosa

La nostalgia se va poco a poco pero ahora no se si eso es bueno o malo. Mis sueños me llevan -por lo general- a mi pasado. Esta nueva vida no ha encajado muy bien en mis sueños dormido, pero mis sueños cuando estoy despierto son totalmente diferentes y cada vez toman más presencia. Las personas "antiguas" lentamente se alejan y las "nuevas" no han llegado. Hasta ahorita todo parece claro, aunque me falta mucho camino, me gusta por donde va esto.