domingo, 29 de marzo de 2009

de regreso al siglo XXI

Después de algunos meses/semanas desconectado del mundo, desconectado del mundoajenoanuestranaturaleza, por razones no tan ajenas a mi. Vuelvo. 

Seguramente perdí algunos fieles lectores en todo este tiempo. Pero de verdad necesitaba un descanso. Me olvidé de cualquier cosa que tuviera que ver con conexiones de larga distancia. Por mi propia voluntad.

Hay muchas cosas que quisiera platicar, pero solo diré que me estuve readaptandome social, laboral y escolarmente. Y ha sido muy bueno este tiempo, me he dado cuenta que estoy en un estado muy fuerte, una etapa muy firme de mi vida. y es LA ONDA.

Se que despues de tanto tiempo, es medio aburrido volver a leer este blog y decir puras cosas "profundas". Así que tengo que platicar algo que me pasó la semana pasada, para variarle un poco al post...

Era un viernes. (los viernes no voy a la escuela, ni al servicio, ni a nada, pero aun asi, por la inercia de la semana, me levanto temprano, y hago los pendientes que estén en mi lista). Me desperté temprano, como a las 8. Me puse a trabajar en un proyectito que me encargaron, una casita, nada fuera de lo normal. 

A eso de las 8:48 me dio mucha hambre, y fui al refri, pero debido a mi ausencia constante en mi propia casa, me ha sido difícil mantener un nivel medio (almenos) de comida en mi cocina. Así que con mi gesto de decepción y más a huevo que de ganas, me puse algo "decente" de ropa, una gorra, chanclas, tomé las llaves de mi carro y me fui a la tienda mas cercana; un kiosko.

Entré, tomé un paquete de tortillinas tía rosa, un litro de jugo de naranja, y medio kilo de queso. Fui a la caja a pagar. Enseguida pagué. Recibí mi cambio, y caminé hacia la salida. Hasta aquí todo tenía pinta de un día común y corriente, pero muy bueno, claro. 

La palabra "empuje", escrita en la puerta de la tienda me distrajo la vista, que unos segundos antes, estaba sobre mi carro, que alcanzaba a ver desde el interior de la tienda, gracias a los grandes cristales que separan a ésta de la calle. 

Después de empujar la puerta para abrirla, y detenerla un poco antes de que se cerrara, para que pasara una persona que estaba por entrar, de reojo vi como una camioneta pick up blanca se movía en reversa en dirección a mi carro, mientras yo caminaba con paso lento pero conciso, en dirección a la camioneta.

Mientras más se acercaba la camioneta a mi carro, yo más aceleraba el paso hacía ésta. Pero no evite que la camioneta le pegara a mi carro, y le produjera un daño que a primera impresión, no iba a ser nada barato. En el momento del contacto entre los dos vehículos, yo ya estaba cerca de la ventana de la camioneta, del lado del chofer. Era una persona del sexo masculino, morena, no era alta, pero tampoco muy baja, y de unos 55-60 años. Nunca se dio cuenta que mi carro se imponía en su suave camino hacía atrás. Hasta que obvio, su camino se detuvo con el obstáculo del carro del leo. 

Se detuvo, con la mirada al frente, al parabrisas, como en shock. A lo que, acercandome con paso bastante tranquilo, y aunos 2.5 metros de su ventana, exclamé en voz lo suficientemente alta como para que me escuchara: "que onda?". Y en seguida de escuchar eso, y darse cuenta de que yo era el dueño del carro afectado, volteó su mirada al parabrisas, maniobró con la palanca de velocidades, pisó el acelerador hasta el fondo, arrancando en dirección norte, hacia guadalajara, por la autopista.

Yo traia en mis manos mi desayuno y mis llaves, y fueron .09 segundos los tardé en decidir si debía anotar las placas, o subirme a mi carro y seguirlo. Pero esos .09 segundos, fueron suficientes para que la persona estuviera a casi 50 metros de mi (y alejandose), lo que me hizo imposible ver las placas. Así que me subí a mi carro, le pisé, le pisé, le volví a pisar... y así por 10 min, hasta que me resigné, no volví a ver la camioneta pick up blanca, y volví a mi casa derrotado, con el nivel de coraje suficiente para que la diarrea ataque tu estómago.