lunes, 16 de septiembre de 2013

Drama #1

Pues esta es la historia de como me di cuenta que la vida en DF no es tan fácil como en mi querido ranchito. Como todo, primero hay que ponernos en contexto "pa' entender eda".

Hace una semana exacta que llegué al DF. Vine con el acertado pretexto de estudiar un DIPLOMADO EN DISEÑO DE CIUDADES Y COMUNIDADES SUSTENTABLES en la Universidad Iberoamericana, para el cuál, la hermosa empresa Holcim (antes Apasco) me dio una generosa beca del 100%.

De momento me hospedo en Padilla Inn, es decir, la casa del esposo de mi mamá, digo de momento porque eventualmente planeo mudarme, ¿por qué? porque vive en Xochimilco, y para los que no somos del DF es fácil pensar que el lugar de residencia es irrelevante, pero NO LO ES. No hablaré de distancias, pero si de tiempos y logística. Para poder llegar al diplomado tengo que salir a las 3 de la tarde de la casa, caminar 1 km abordar el tren ligero y pasar 14 estaciones (de la Noria a Tasqueña), después tomar el metro, pasar 10 estaciones (de Tasqueña a Pino Suárez), ahí transbordar y pasar otras 10 estaciones hasta Observatorio. Ahí debo tomar un autobús que hace aproximadamente 45 minutos y finalmente llego a mi escuelita. En tiempo son alrededor de dos horas y media, mi hora de entrada es a las 18:00 hrs entonces no tengo mucho problema. El problema es el que sigue: mi horario de salida es a las 22:00 hrs, DIEZ DE LA NOCHE. Y para nada me asusta la hora, lo que me asusta es que el transporte público (metro y tren ligero) se cierra a las 00:00 hrs. En teoría no alcanzaría a llegar antes de que cerraran, pero afortunadamente desde el primer día conocí a un arquitecto que me dio un aventón a la estación de metro Observatorio, lo que me ahorra 45 minutos, entonces ya dan las cuentas. Dentro del contexto debo explicar que en mi cabeza el plan B significaba apostar en mi contra, por lo que mi opción era como dios: única y todopoderosa.

Terminó mi clase de pensamiento sistémico, salí con mi ride, recogimos a un compañero de trabajo frente a la Universidad y unos metros más adelante, un agujero en el asfalto de aproximadamente 1 metro de diámetro y 30 cm de profundidad (juro que no exagero, tengo fotos) se encargó de poncharnos la llanta delantera derecha. El drama duró algunos 20 minutos entre el coraje y el cambio de llanta. Llegué al metro a las 22:40. Según mis cálculos, estaba en tiempo, apretado, pero en tiempo.

Pero aquí hay una lista de factores que no consideré:
  1. Los empleados del transporte público son humanos. NO MÁQUINAS. Es decir, si se les ocurre que hoy cierran a las 11:30 en vez de las 12:00 pues no hay poder humano que los haga cambiar de parecer.
Llegué a la puerta del tren ligero a las 11:35 para encontrarlo CERRADÍSIMO. Y aquí otra lista de factores que no consideré:
  1. No tener un plan alterno puede ser muy tonto.
Aquí empieza la odisea:
En ese momento mi mente se bloqueó, después se desbloqueó pero para colapsar. A partir de este momento comencé a hacer cosas que en mis cinco sentidos no habría hecho.
  1. Pregunté a unos vagabundos que estaban en la entrada de la puerta (cerrada) del tren ligero si había alguna otra manera de llegar a mi casita (snif snif).
  2. Me dieron una dirección que no entendí, por lo que salí caminando de la estación a donde había mucha gente sospechosa (disculpen mi alma prejuiciosa).
  3. No pude confiar en nadie a simple vista, así que volví a entrar a la estación para preguntar a alguien "no sospechoso" si había alguna opción. 
  4. Interrumpí la recia caminata de un tipo que -según yo- entraba en la clasificación de "no sospechoso" y le pregunté por opciones para llegar a mi casita. Dijo que tenía una última opción: tomar un autobús. Me dio señas para ir al lugar donde éste pasaría y al ver mi cara de forastero desorbitado dijo: "si quieres acompañame, yo voy  pasar por ahí.
  5. Caminamos cerca de 10 minutos por unas calles oscuras, frias, vacías y muy muy tenebrosas. Iba preparado mentalmente, sabía que en cualquier momento podía detenerse, voltear a verme y decirme "dame todo tu dinero... "carnalito"". Pero no fue así, pasamos por la susodicha parada de autobús, me dijo "es aquí" y siguió su camino.
  6. Estuve cerca de 15 minutos en ese lugar, no estaba solo, había una prostituta en la esquina que juraba que en cualquier momento me iba a asaltar. Pasaron por mi lado algunas 3 personas MUY sospechosas, al menos para mi entonces debilitado sentido de la confianza. Pero ni siquiera voltearon a verme.
  7. Una cuarta persona pasó pero se detuvo junto a mi. En mi nerviosismo y ansiedad solo pude preguntarle sobre mi ruta. Dijo que era poco probable que pudiera llegar a mi destino esperando ese autobús que, según dijo, ya no iba a volver a pasar sino hasta las 6 de la mañana.
  8. Pasó un autobús y esta persona lo abordó. En mi momento de desesperación no pensé más e hice lo mismo.
  9. Comencé a desconocer la ruta del autobús pero tenía miedo de preguntar a los pasajeros por aquello de que "si saben que eres de fuera te asaltan". Pero no pude más y pregunté. Con una cara de "pobre tipo" me dijo un joven que debí haberme bajado 5 o 6 cuadras antes.
  10. Bajé del autobús y discretamente saqué mi celular y revisé el GPS. Estaba muy lejos. Caminé unos 5 minutos al oxxo más cercano para preguntarle a un policía como podía llegar a mi destino. Dio señales bastante torpes y complejas. Y después de ver mi desesperación optó por decirme que sólo podía llegar en taxi. Le pregunté si los taxis que estaban frente a nosotros eran seguros y su respuesta fue algo desalentador: "pues... si... bueeeeno... es que estamos en el DF, pero se me hace que si son seguros".
  11. Al no tener otra opción, tomé el taxi e hizo la temida pregunta "¿por dónde me voy carnalito?" así que intenté explicarle, sin éxito. Obviamente se dio cuenta que no era "de por ahí" así que accedió a tomar una ruta que él conocía. Todo el camino platicaba muy tranquilamente aunque yo pensaba "en cualquier momento saca la pistola, me quita mis cosas y me deja tirado en cualquiera de estas calles desconocidas". Pero resultó ser una buena y honrada persona que me llevó hasta la puerta de la entrada de la colonia donde vivo.
(si, todas esas tonterías hice)

Llegué a mi casa, dejé mi mochila (en la cual traía un libro de fotografía muy bueno, de aproximadamente 4 kilos que nos habían regalado en el diplomado), me quité mi chamarra me senté en la sala y descansé mentalmente de esas muy estresantes horas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

jajajaja. Mejor regresa :(

=P

Anónimo dijo...

Ah, faltó mi nombre. Soy Rocío :)