Lo que hizo bueno el concierto versión yo, fue también todo lo que estuvo a su alrededor. Como alma en pena llegué al punto de reunión, con la incertidumbre de la correcta función de mis tareas para llegar al concierto. Apenas divisé a otro individuo de características similares a las mías y me dirigí a él con una pregunta a larga distancia -¿este es el autobús para el concierto de Roger Waters?. Lo que desencadenó 36 horas de superficial amistad (superficial, pero muy interesante). Él era, ni más ni menos que el dueño de estudios ámbar, de Guadalajara (para los que no saben de que hablo, este estudio hospedó en algunas de sus grabaciones a la celestina, a rostros ocultos, plastiko, los auténticos decadentes, la cuca, José fors, entre otros.
Yo estaba muy emocionado y el wey parecía un poco aturdido por tantas preguntas y platicas de su compañero de viaje. Pero podíamos platicar de los inicios de Pink Floyd, de Roger Waters, de Bob Dylan y sus viajes por el sur de Estados Unidos, de David Bowie, de Brian Eno, Genesis, Beatles, Roxy Music, Stevie Ray, de guitarras Fender, de Gibson, conciertos que cambiaron nuestras vidas, de su gira con Café Tacvba por toda Asia y de cómo esta mexicana banda ha llegado a niveles impresionantemente cercanos de los mejores músicos mundiales.
Llegamos al depósito de feos a eso de las 10 am, gracias al “coachalote” chofer del autobús (4 paradas de 40 min). Una sonrisa se apoderó de mi cara cuando vi al monumental palacio de los deportes (pero algo decepcionado por los rumores de su malísima acústica). El amigable nuevo compañero me invitó a pasar el día con su amiga.
“Su amiga”, es la baterista de su banda, una persona de 1.55, tatuajes visibles en antebrazo derecho y espalda, apellidos europeos, decana de fermatta (una de las mejores escuelas de música de México), bastante agradable, preferencia sexual distinta a la mía, acompañada de su novia. Su novia, era una rubia de baja estatura muy guapa, de esas personas que más allá de sus rasgos físicos, su personalidad exhalaba comodidad y seguridad, ella es cantante y actriz en algunas de las obras de teatro más importantes del D.F.
Y así continuó mi tour, rodeado de personas dedicadas a algún arte.
Arribamos al concierto. Una guapa edecán, al enseñarle mi boleto con el texto “asiento A-27”, me dijo con una sexy voz y –según yo- cierto tono insinuante: “sígueme guapo”. Me llevó a la última fila, la primera del escenario hacia atrás.
El concierto fue alucinante, tantos años de escuchar un disco al derecho y al revés, no pueden ser mejor recompensados que escuchándolo en vivo, el arte visual fue extraordinario y placentero, sonreí y canté de principio a fin. Descubrí que me sé todo el disco, je.
Y ya siendo objetivo, el sonido del “palacio de los rebotes” dejó mucho que desear, el ingeniero de sonido fue muy tímido en la ecualización dejando algunas frecuencias muy por debajo de su nivel óptimo. La banda tuvo errores de amateurs; el guitarrista empezó a tocar “run like hell” en un espantoso acorde fuera de lugar, provocado por la errónea afinación de su guitarra, pasando el 75% de la canción intentando cambiar de tono sus cuerdas.
Comparando “The Wall” con “Dark side of the Moon”. Debo admitir, que, aunque tenía una gran expectativa de que “The Wall” fuera mejor que “Dark side of the Moon”, no fue así. El lado oscuro de la luna, sigue siendo el mejor concierto en el que he estado en toda mi vida.
De nada. =)
1 comentario:
Ah no ma! Espero que sea un recuento verídico!!!! Que coraje lo del sonido, debieron haberlo organizado en algún escenario mejor, para un show de esa magnitud todo debería ser perfecto!!!
Ojalá un día pueda ver "Dark Side of the Moon"... =(
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